El entorno mundial ha evolucionado
sin precedentes en los últimos años y en este siglo XXI, el ser humano se
percibe desde una perspectiva más amplia dentro diversos campos, en un contexto
de avance continuo donde se manifiesta una nueva concepción del Liderazgo. Es
curioso y relevante a su vez que, en este mundo globalizado y competitivo, se
profundice en la necesidad de potenciar una nueva generación de líderes que
resulten innovadores, lo cual ha llevado a captar la atención de académicos,
investigadores y organizaciones. Esto, resulta un tema polémico y que puede ser
conceptualizado de diferentes maneras, pero, en lo que existe coincidencia es
en concebir a los líderes como seres capaces de exhibir ciertos atributos en su
personalidad que se manifiestan en sus conductas y los habilitan para conducir
a otros.
Por tanto, Pardo (2015) citando a Maxwell
refiere lo siguiente: “El liderazgo se desarrolla, no se manifiesta. El
verdadero líder “nato” siempre surgirá, pero para permanecer en la cúspide debe
desarrollar características propias del liderazgo” (p. 98). En consecuencia, el
líder logrará metas mediante sus habilidades, bien sean intra e interpersonales
y la manera en que es capaz de motivar a su equipo de trabajo. En síntesis,
existe liderazgo cada vez que alguien guía e influye en la conducta de un grupo
o individuo.
Es decir que, en
el caso de las organizaciones representa la oportunidad de establecer una
relación entre el que dirige y los que le siguen con fines productivos y así
garantizar el desarrollo y sustentabilidad que beneficiará a todos los que en
ella participen. Por otra parte,
cuando el ambiente se torna inestable y cambiante, las organizaciones deben
enfrentar retos de desempeño para poder lograr la supervivencia. Por tanto, se
hace necesario combinar tres elementos: estrategia, liderazgo y compromiso. La
primera define objetivos y rumbo, el segundo la conecta y la transmite a los
seguidores y el andar de la empresa dependerá del tercero que las políticas y
líderes generen.
En la actualidad, apenas naciendo el siglo
XXI, Venezuela muestra un contexto institucional inestable, cambiante y cada
vez más regulado, en medio de un decrecimiento económico. Esto, obliga a las
organizaciones a desarrollar nuevas maneras de adaptarse, sobrevivir y
aprovechar las oportunidades. Algunos
autores como (Schein, 1992; Wilderom y Van den Berg, 2000) citados por IESA
(2016) plantean que existe una relación entre el liderazgo y el desempeño de
las empresas.
Dentro de este panorama, y bajo estas condiciones en
Venezuela las empresas del sector privado se han visto en la necesidad de
implementar grandes cambios, de modo que puedan salir airosas en medio de esta
grave crisis que atraviesa el país. Es decir, tienen la necesidad de un nuevo
liderazgo para hacerle frente a la situación, con características muy
particulares que involucren poder en la comunicación, reconocimiento, manejo de
las emociones y flexibilidad en el desempeño, para responder al panorama
empresarial ya antes descrito.
Es
innegable que, el liderazgo en la actualidad no necesariamente tiene que ver
con la posición jerárquica que ocupa una persona dentro de una organización, sino
más bien, con un proceso de mutuo reconocimiento y aceptación entre el líder y
sus seguidores, donde el primero asume su papel como tal y conoce a quienes lo
siguen, y así los otros le reconocen a él. De otro modo, puede decirse que no
existe dicha figura. Viene al caso señalar que, la gente quiere seguir a
líderes que sean congruentes, es decir, que gocen de credibilidad.
A través
de los años, se ha tratado de determinar de manera consistente las cualidades
que deben sobresalir en éstos, tales como: honestidad, visión, ser capaz de
inspirar, experimentado, de buen juicio y sobre todo muy hábil en el proceso de
comunicar a sus seguidores. Respecto al tema, López (2011) aporta lo siguiente:
“Mientras más competencia de liderazgo tiene una persona, con mayor prontitud
reconoce el liderazgo -o la falta del mismo-
en otros” (pág. 1).
Por ello,
al principio las personas dentro de un equipo pueden desenvolverse
erráticamente en diversas direcciones, pero al conocerse entre si, ocurre casi
de inmediato que reconozcan a los líderes de mayor potencial y comiencen a
seguirlos. Como consecuencia, este tipo de relación entre líderes y seguidores
promueve el desarrollo del sentido de pertenencia, un fuerte espíritu de
trabajo en equipo y conlleva a percibir sus propios valores como consistentes
con los de la organización. Lo cual, se hace necesario para la operatividad
cotidiana dentro de toda estructura. En opinión de Barroso (2011) y referente a lo tratado, puede notarse una carencia en Venezuela:
Nuestro problema fundamental es de ausencia del liderazgo. Se requiere
de un liderazgo de presencia de alta credibilidad, para dar la batalla contra
una manera de pensar, de sentir y desempeñarse que no nos ha permitido tener
calidad en lo que hacemos y gerenciar de distinta manera el diario
quehacer…Presencia quiere decir la energía contagiosa de la autoestima, del
cultivo de la vida interior, del contacto, de la efectividad en sus acciones, y
con la decisión de que las cosas se hagan de manera diferente (p. 345).
En esta
cita, se dilucida la necesidad de una figura con alto desempeño, de
credibilidad, reflexiva e inspiradora en su proceder, comprometida con lo que
hace y con aquellos que dependen de él. Y como complemento, que sea capaz de
comunicar, transmitir su pasión, un modelo a seguir por lo seguro y pertinente
de sus acciones. Esto significa, según lo aportado anteriormente por López y
Barroso, el viaje hacia la construcción de un nuevo liderazgo y exige tanto a
los líderes como a sus seguidores poner en tela de juicio algunos de los
supuestos más básicos con respecto a cómo deben estos para operar dentro de las
organizaciones.
Debido a
estas razones, anunciar un cambio no es suficiente, los que dirigen deben
dominar nuevas habilidades y aprender a confiar en los individuos, desarrollar
un nuevo estilo de comunicación de modo que puedan hacerles comprender a éstos
que forman parte de un tejido organizacional que les faculta para la toma de
decisiones, les capacita para trabajar como parte de un equipo y espera lo
mejor de ellos. Referente al liderazgo, la relación con la comunicación y los
desafíos que presenta la actualidad empresarial venezolana, Castejón, citado
por Pernía 2013, refiere lo siguiente:
El liderazgo es comunicación, para entender los objetivos corporativos
y personales, conformando acuerdos y compromisos tan poderosos que permitan el
ejercicio de la autoridad de manera natural… Uno
de sus principales retos ha sido operar con las condiciones que el país
presenta, lo que obligó a afinar los objetivos corporativos, sincronizando las
iniciativas regionales con acción local (p.1).
De lo
cual puede entenderse que, el elemento comunicador es inherente al liderazgo
para cumplir con el proceso de administrativo, la toma de decisiones y
determinar la dirección, pero desde un nuevo y flexible ángulo en la gestión de
todo directivo, con características muy particulares, que se articulan a la
realidad de cada cotidianidad y localidad. En ese orden de ideas, Pernía (2013)
describe el escenario entre el liderazgo y sus seguidores del siguiente modo:
Como la polarización social, la lógica de la “lucha de clases”, ha
entrado en muchas empresas, los gerentes han entendido que necesitan
herramientas nuevas y más complejas para garantizar que se sigan cumpliendo los
objetivos. Las relaciones con sindicatos más “empoderados” o con colectivos
laborales más conscientes de sus derechos, se han hecho más difíciles y tratar
de resolver las fuentes de conflicto, incluso antes que la crisis estalle, se
ha hecho prioritario. Los conflictos pueden surgir de cualquier cosa o detalle
insignificante. Muchos aparecen por causas que no son objetivas, sino sujetas a
interpretación y…la interpretación del trabajador es prioritaria (p.1).
Es
indiscutible que esta nueva situación, es resultante de una serie de cambios en
la estructura jurídica, económica y social que se han originado en el país. Y,
por ende, impulsan el desafío de liderizar en tiempos difíciles, de transición,
en un contexto lleno de dificultades externas e internas para las empresas, que
involucran a los seguidores y que no admiten ser desestimadas, sino por el
contrario, se debe apreciar mucho el “como” los seguidores perciben el
liderazgo y habilidad de comunicar de quienes les dirigen.
Refiriéndose a la
importancia de esta última dentro de la organización Kreitner y Kinicki (2008)
exponen lo siguiente:
La comunicación es importante para impartir las directrices respecto a
las normas éticas y las actividades de integración de las distintas áreas
funcionales de la empresa… Por otra parte, la comunicación eficaz reviste
importancia trascendental para el éxito de la gestión y de la organización
(p.400).
Puede
entonces demostrarse en el orden lógico de ideas antes expuestas que, la
comunicación es un elemento fundamental en el desarrollo de un liderazgo efectivo
hacia los seguidores, de modo que se desarrolle la habilidad para mantener al
grupo de trabajo altamente motivado y comprometido. Porque, el saber comunicar
promueve en el líder la destreza para reaccionar acertadamente, ser proactivo y
adoptar decisiones adecuadas que permitan la adaptación mejor posible a la
situación cotidiana.
No
cabe duda que, en lo descrito hasta el momento, se percibe una realidad que
requiere ser abordada y de ese modo arrojar una nueva perspectiva para que los
lideres puedan hacerle frente a esta situación social, económica e histórica.
De modo que se consiga lograr el análisis de las situaciones cotidianas e
interactuando de manera exitosa con quienes se comparte la responsabilidad de
lograr la estabilidad y el objetivo deseado. Desde el punto de vida de esta
investigación se busca analizar la perspectiva que puedan tener los seguidores
acerca de quienes los dirigen en cuanto al liderazgo y la capacidad de
comunicación
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